País de Nunca Jamás

Juan Ayala y Miguel Oyarzun

¿Qué sería hoy, 60 años después, de los niños del Señor de las moscas si no hubiesen sido rescatados de la isla?

¿Cómo reaccionarían los niños perdidos del País de Nunca Jamás si les visitaran unos Wendy, Michael y John millennials o de la Generación Z? ¿Qué sería de los protagonistas de El Mal de la Juventud hoy?

¿Qué fue de los sueños de Mayo de 68? ¿Cómo hacer un relevo generacional con dignidad? ¿Qué ha sido de los cómicos de Viaje a ninguna parte? ¿Cómo viven los actores (y no actores) de más de 50 años hoy? ¿Las cosas ya no son como eran antes?

¿Cómo querría ser recordada esa generación? ¿Cómo creen que les recordarán? ¿Qué legado quieren dejar a las nuevas generaciones?

País de Nunca Jamás nace con el propósito de repensar la juventud desde la senectud. Para ello, invitamos a un grupo de profesionales y no profesionales de la escena, pertenecientes a una misma generación. La creación del material escénico se elabora a través de historias de participantes que se tejen con textos teatrales y literarios sobre la juventud.

Vivimos en una sociedad con una esperanza de vida muy larga, pero paradójicamente muchos quedan excluidos o relegados a partir de los 65 años. Ni la vida ni el arte termina cuando llegas a esa edad, por ello queríamos echar una mirada a la juventud con ojos envejecidos para reflexionar así sobre el envejecimiento, uno de los temas tabú de la sociedad occidental. Este laboratorio ha supuesto un primer acercamiento a ese grupo de edad, los nacidos antes de 1950. Nuestra sociedad considera la juventud como una virtud y desprecia la vejez, olvidándonos de que, en el mejor de los casos, tarde o temprano, llegaremos a ella.

El proyecto es memoria y también abarca la situación actual y futura, las posibilidades de una generación, su legado y proyección de futuro desde la historia y el saber íntimo de sus participantes. Se suele asociar a las personas mayores con la memoria, la nostalgia y el pasado. Menos frecuente, sin embargo, es escuchar su voz para hablar e imaginar el futuro. Con este proyecto escuchamos la voz de nuestros mayores para pedirles que imaginen con nosotros un futuro para los demás en su ausencia. Un ejercicio de imaginación colectiva desde la libertad de los años que ofrece un legado a las generaciones venideras.

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